viernes, 5 de noviembre de 2010

Ser papa o mama

¿La adopción como caridad?

Hace algunas décadas, se concebía la adopción como una solución al maltrato o abandono de los niños; en consonancia, se creó un marco asistencial altruista que consideraba la adopción como un acto de caridad o solidaridad con los niños abandonados a su suerte, al proporcionarles este sistema unos padres que deseaban incorporarlo a su familia y acogerlo como si fueran sus propios hijos o, en su caso, como a un hijo más

. Hoy, sin embargo, se vive y se siente la adopción como un medio para poder disfrutar de la experiencia de tener un hijo, el hijo que biológicamente nos ha sido negado concebir; por ello, va configurándose una visión más humana, consciente y responsable de la adopción, respondiendo como principal motivación al deseo auténtico de un hijo, del niño por sí mismo. Así, los adoptados pasan a erigirse en protagonistas porque ofrecen, a quienes les acogen, el ansiado privilegio de ser padres.

En los últimos años, las solicitudes de adopción han experimentado un espectacular auge, del cual es buena muestra la espera de varios años para hacerse con un niño en adopción.

Dejemos un tiempo de reflexión

En muchos casos, la adopción es la última opción que se baraja tras recorrer un largo camino en busca del primer hijo biológico.

Conviene saber que, en prevención de desarreglos emocionales en la familia, el cierre de ese camino natural y la apertura a la nueva alternativa no deberían ser simultáneos.

Hay que dejar transcurrir un poco de tiempo; encarar la nueva realidad con una buena disposición anímica así lo exige

. La dolorosa situación que supone ir aceptando que no se puede conseguir la paternidad biológica, que nuestro hijo no se va a parecer a nosotros y que habremos de explicar a los demás lo que nos ocurre, requiere su tiempo. Para que el conflicto interno se resuelva, la frustración desaparezca y para que se asuma dicha realidad gozosamente y sin traumas. Sólo cuando nos hemos mentalizado positivamente, podemos comenzar a desarrollar el estado afectivo que requiere el trascendental paso de adoptar un niño.


1 comentario:

Cristina de Linares dijo...

Está claro que pueden pasar por la cabeza muchas de esas ideas, pero las ganas de ser madre las vence.